jueves, 20 de enero de 2011

Furtivos en busca del superperro de presa o la maldad elevada al cubo.

La ancestral práctica de la caza furtiva en el parque de Doñana hace tiempo que perdió todo su halo de romanticismo y de mera supervivencia alimenticia para sus practicantes. Los cazadores ilegales de ahora se vuelcan en la búsqueda del perro de presa perfecto mediante la selección genética, de manera análoga a como actúa un criador de caballos o de toros de lidia.

El asunto hace tiempo que preocupa a la Guardia Civil. Los cazadores furtivos que han convertido el parque nacional en su ámbito de actuación dedican sus esfuerzos, sobre todo, a crear una raza superior de perro por medio de cruces y más cruces entre especies caninas potencialmente peligrosas, como los pitbull, los presa canarios o los rottweiller.

Se trata de un trabajo meticuloso, realizado en criaderos ilegales conectados entre sí en los que los furtivos llevan a cabo sus pruebas y sus particulares experimentos de genetistas aficionados. "El objetivo quebuscan es un perro muy definido, con el cuello cargado de musculatura para que pueda agarrar con fuerza a los jabalíes y a los venados", explican a este diario fuentes de la Guardia Civil.

Buscan un perro con el cuello muy fuerte para que pueda hacer presa en jabalíes y venados

Estos perros, además, reciben de sus dueños un adiestramiento muy exigente y riguroso, que puede llevar largo tiempo, encaminado a conseguir los precisos objetivos del furtiveo. Por ejemplo, les enseñan a no ladrar por la noche, que es cuando cazan en la mayoría de los casos, para evitar de esta forma alertar a los agentes de vigilancia y que sean sorprendidos.

Los criadores no cejan en su empeño hasta dar con el perro soñado para sus fines. Según la Guardia Civil, la mayoría de ellos se conocen entre sí y se intercambian cachorros en virtud de los resultados dados por sus progenitores para ahondar en las características más demandadas.

Más de sesenta furtivos

En el último año, los agentes del Seprona han detenido y puesto a disposición judicial a más de 60 furtivos sólo en la comarca de Doñana, procedentes de pueblos de las provincias de Huelva y Sevilla como Almonte, Hinojos, Bonares, Villamanrique de la Condesa o Pilas.

Cada uno de ellos suele llevar consigo una media de dos de estos 'súperperros'preparados para hacer frente al jabalí más grande que se cruce en el camino. Los tres últimos fueron detenidos en la madrugada del día 10 de enero en pleno parque de Doñana. Sus cuatro perros ya se habían lanzado con saña al cuello de dos jabalíes, uno de ellos una hembra preñada.

Los problemas llegan cuando los furtivos deciden probar sus canes sobre el terreno. "Los que no les sirven, los abandonan sin más", explican en el Instituto Armado.

Los canes montaraces se convierten en competidores de linces y jinetas por las presas

Como no están identificados con el preceptivo chip para animales potencialmente peligrosos, nadie puede responder por ellos. Con el tiempo, estos animales cimarrones forman peligrosas jaurías que están asolando los ganados y la fauna silvestre.

"En el mejor de los casos, esos perros se convierten en competidores de especies como el lince y la jineta", explican desde la Guardia Civil. Eso ocurre, como queda dicho, en el mejor de los casos. En el peor, y el más habitual, se convierten en sus devoradores, provocando un daño irreparable en una zona de altísimo valor ecológico y de especial protección.

Siempre pagan la multa

Este tipo de furtivismo, casi exclusivo de la comarca de Doñana, tiene además un marcado carácter económico. Al margen del negocio que estos cazadores y criadores de 'súperperros' puedan hacer con la venta de cachorros, también se lucran con la venta de la carne de jabalí y venado que logran colocar en bares y restaurantes de la zona sin el más mínimo control sanitario.

"La mayoría lo tiene como un sobresueldo", explican en la Guardia Civil. Además, les importa muy poco ser sorprendidos por los agentes del Seprona, ya que casi todos ellos son reincidentes.

Las multas y penas que caen sobre ellos no parecen demasiado disuasorias: sanción económica de entre 600 y 800 euros o un máximo de dos años de cárcel. La pega está en la disyuntiva legal: los furtivos siempre pagan. Y siempre vuelven a las andadas.

Qué hacer con los canes

La Guardia Civil se encuentra con otro problema cuando sorprende a los furtivos en plana acción: qué hacer con unos perros entrenados para cazar y de instinto muy fiero. La solución depende del caso y del municipio del que procedan los cazadores ilegales.

Existen convenios con los ayuntamientos, que se hacen cargo de los animales en perreras, pero no siempre es así, por lo que hay que recurrir a sociedades protectoras para intentar que alguien los adopte. Un hecho difícil habida cuenta de la extrema peligrosidad de los canes.

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